jueves, 3 de septiembre de 2009

Un poema que escribí hace ya mucho tiempo, también de mi libro. Inocente, como los poemas que escribía durante la adolescencia:

Cosecharás tu siembra
Cartonerito,
paso a tu lado y ya veo
tu triste ansia
de papel
en tus ojos infinitos.
Te duele la mirada,
ya lo sé,
la multitud corre apurada
y no la ve.
Que no te duela,
pequeño niño condenado a los rincones,
cosecharás tu siembra
tu siembra de papel.
Paso a tu lado y te doy
el periódico que mi mano abraza.
Apenas comienzas
a doblarlo
y ya comienza
a parecerse a una migaja.
Eres un surco labrado en la tierra,
en la tierra de papel,
y pasa a tu lado la multitud que te ignora
y alguien te ve:
Cartonerito,
mi semilla entonces cae
sobre tus ojos infinitos,
y te duele la mirada,
ya lo sé!

viernes, 28 de agosto de 2009

martes, 25 de agosto de 2009

1




Sanando mis heridas del camino,
viniendo del recuerdo y de los sueños,
un par de suertes se llevó el destino:
Unos besos quemados en los leños.

Observo estoicamente aquella ruina
que en mí el pasar del tiempo desmorona
y guarda el sentimiento una sentina
de dolor, de virtud que me abandona.

Ya no te quiero. Bajo el crepitar
de brasas se perdió todo el rencor
y al quemar besos renació el soñar.

Supe a través del fuego y el dolor
que aquello que nos hizo enamorar
nunca fue amar, sino morir de amor.

domingo, 23 de agosto de 2009


REDES




La congoja comienza en la costa

y se extiende en caricias transparentes.


En la arena las pisadas de los pájaros

se borran con el paso del silencio.


Déjame tenerte

y llevar la eslora de mi alma

por el surco de tu oleaje.


Déjame disfrutar pescarte

y acarrearte a la orilla

donde muere la congoja

porque nacen tus besos.


lunes, 17 de agosto de 2009



SELENE




La mano de la luna

iba tocando el agua.


Terminaba el deseo.

Las copas de los árboles

ya tocaban el día.


El sol apagó las velas

en un concierto de pájaros

y tus ásperos labios

me dejaron a oscuras.


Entre la noche y la mañana

la mano de la luna

me soltó la mano.




Estos son algunos poemas de mi libro "Orfanato", el cual escribí a los 19 años, por motivo de la muerte de mi padre:




PRONÓSTICO CIERTO


Hay una ventana por la que escapan suspiros.

Las sombras
hierven cobrizamente en el horizonte
que no se ve,
tapado por una cortina,
unos edificios y el sonido insatisfecho
de los autos atrapados en rush hour.

Es una tarde de verano de Marzo,
oscura pero caliente
y estoy parado ante una cama rubia,
ocupada por el silencio.

Miro a una hoja
marchita y abatida
que duerme con un sonido levísimo
y sólo sabe que es la tarde
y sólo sueña con la noche.

En la pared persiste un tictac espeluznante
que acentúa el silencio y la impotencia;
en mis ojos, mis ojos ya
sin esperanza
duele una expresión de ceremonia,
quieta y ausente,
como la de la presa que corrió y corrió
y que creyó que escaparía.

Y siento que aunque haya yo ayudado
y haya puesto mis rodillas, mis venas y mi fe
en la capilla de Dios
y en la capilla de la muerte,
al final del día todo ha sido en vano:
¡Menuda ironía del demonio
despojarme de mi sangre!

El pronóstico es cierto:
todo pasa en el destino inevitable,
la tarde avanza como el verano de Marzo,
como la ola en el mar,
como el cristal en el aire...


AQUÉL DÍA


Hubo un día en que tus ojos de dolor
ya no entendieron nada
y reinó el silencio
y reinó la pena.

Aquél día se apagó tu voz.
Hoy se apagan esperanzas.
La cruz en tu cómoda tiene miedo a mirarme
y no sabe ya
si pedirme perdón o perdonarme.

Y los días siguen pasando
y tus palabras no aparecen.
No hay nada más grande que tu pena
de la cual sangra silencio.
Ya no hay remedio que pueda abrir tu boca.
Callaste porque sabías que callarías.

¡Qué doloroso silencio
que precede al olvido!
Me duelen los ojos cuando pienso en tus ojos
y en tu cuerpo de mimbre
y en tu mano pinchada
color morado y dolido.

Son los días oscuros
en los que la luz se cae del cielo
en forma oblicua y permanente.
Vas pensando ya
en un último pensamiento.

Son los días oscuros
en los que te has rendido.
Como todo el que tiene
tus ojos de lamento
tienes el presente así de muerto
y así de presente el olvido...


TRAS EL ALBA

Desapareciendo como en el confín las naves,
como las huellas en la orilla,
como el sol a lo lejos,
como a lo lejos las aves.

Desapareciendo como desaparece el rocío
y al término de agosto la hojarasca,
y al promediar septiembre el frío,
y el verde, con el tiempo, en los limones.

Desapareciendo
te diluyes en calma
como una luna blanca
en el celeste del cielo.
Desapareciendo
permaneces
como lo hacen las estrellas
tras el alba.


HUÉRFANO CONFESO


No creo en esta pena pública que me calzo a la mañana.
Hoy estuve a oscuras, en insomnio, un rato,
y entonces sí me confesé dolido.
Hice lágrimas casi sin querer hacerlas.
Y así sangró el tejido de mi pena.

Estamos en un mundo
que a veces anochece para todos
y escribir es mi dolor privado.
Y mientras tú, padre, estás ahí,
en el recinto mudo y frío
donde te citó la muerte,
a veces me confieso y rezo y lloro
y acelero tinta sobre un papel vacío.



LOS SUEÑOS ROTOS


Tengo los huesos llenos de llanto,
el pelo enfermo y mojado por la nieve,
me duelen las rodillas
por el peso de los pocos años
los dedos de mis pies son diez torturas.

De tanto en tanto mis rodillas tiemblan
y en mi pecho hay terremotos
y me duelen los ojos cuando cae la tarde
y derraman sangre los sueños rotos.



LA CAMPANA

Día de tu muerte.
Cada suspiro suena como un campanazo.
Cada campanazo dado fue un suspiro.
Me encuentro en un pequeño
pasillo hospitalario
dando vueltas como un trombo
confundido
enfadado
mirando tu rostro que se seca
tu ojo que se seca
por debajo de tu párpado.

Veo una última gota de tu mirada
y no sé si la imagino.
Quiero que te levantes y vuelvas.
Odio el helado desierto en que te has convertido.

Luego de sufrir
empecinado en despertarte
me voy para tu casa.

Tu casa atestigua un escándalo
y grita un olor horrible a últimos días.
Camino tus pisadas.
Observo las sábanas entre las cuales
hasta hace poco perecías
pintarse con el sepia de la luna.
Te recuerdo tocando la campana
y me recuerdo yendo a rescatarte.
Tu casa es un paraje.
En el baño algo gotea.
El balcón recibe el viento.
Ya nadie habla, y como me he quedado quieto
ya no hay nadie que camine.
Entonces me muevo
y al moverme me despierto.
Ya estás muerto.
Largo un suspiro
y al suspirar encuentro la campana.
Como un carroñero
me robo tu último traje.

Me dirijo a toda prisa a tu velorio.


FLASH

Una foto.
Un presente cuadrado y pequeñito.
Un pasado expirado y esparcido.
Un cariño a punto de quemarse.
Testigos que atestiguaron nada.
Un instante.
Una gran familia
que se fue a instalar en un momento renegrido.
Sonrisas que se prolongaron
en curvas de viento.
Árboles talados.

Una foto.
Un presente cuadrado y pequeñito.



TAL VEZ EL ÚLTIMO


Lenta y dolorosa
la flor
marchita.

La flor
marchita como marchitaste
pero menos:
se le va el perfume
antes que las lágrimas.

Te dejaste salvar demasiado y no te diste cuenta.
Y eso me da dolor
y pena
y todas las demás nostalgias
que están en este libro.
Encima hacia el final
sembraste un tallo aún
más fuerte entre nosotros.

Hoy por ello
me llega cada noche este desvelo.

Hablo de tu muerte cada noche
con los ángeles negros.

Y a cambio tu silencio infinito
me cae del cielo.

Te extraño tanto.
Si digo que quisiera ver tu espectro
no me explico enteramente.

Creo que no me basta la tinta.
Me quiero expresar con fuego.

Ni hasta la más fuerte de las cosas
que he dicho hasta ahora
se compara a tu falta.

Me voy y me despido y digo gracias.
Y de nuevo me cae tu silencio infinito
desde el cielo.












POEMAS NUEVOS




TE DEDICO MI HISTORIA




Era la primavera en que nací.

Sobre el empedrado frente a mi casa

caían flores celestes.

Lo nuevo me poblaba.

Poco recuerdo. Poco más

que el sol goteando en la ventana.


La educación

me brindó cosas con las que aburrirme.

Nunca me enseñaron de los sueños,

y nunca me contaron del dolor.

Yo aprendía de todas las cosas

de las que no debía aprender:

Un tenedor, un día claro,

los aros de mi madre,

el llanto secreto de la gente adulta,

el paso del tiempo

en días anudados,

el silencio profundo de las madrugadas,

las palabras con olor a tabaco

que surgían de mi abuelo.


El tiempo no se dividía en días.

Las horas

pasaban desapercibidas,

las noches

eran juegos de cartas con mi hermano,

una semana más de otoño

era un regalo,

marzo

era una travesura .


Qué poca obligación.

Despertaba

y el mantel

estaba tendido como el sol sobre el jardín.

El nogal

amanecía repleto de luceros verdes.

El verano era ensordecedor.

Olía a familia como a pan recién hecho.

Mis hermanos despertaban junto a mí

y la infancia se acababa

con cada bocado.


Durante años se mantuvo la cordura.

Mi hermano mayor

fue el primero en irse.

Luego

se fueron otros habitantes de mi corazón,

y me sentí vacío

como un barco olvidado.

Aún brillaba en mí

el sol encadenado,

y no tuve más remedio

que volcarlo en las noches.

Yo ya no era yo mismo.

Era un turista que,

de a ratos,

visitaba la infancia para traer palabras.


Luego todo oscureció.

No pude explicarlo.

Ni darme cuenta pude.

El impiadoso tiempo

Me quitó a mis hermanos.

A otros mares, otros tiempos, otras estaciones.

Al Norte, a Londres, a Madrid.

Me alejé

de las flores celestes, de la primavera

que nació conmigo.

Temporalmente me mudé

a un vecindario de delirio,

donde mi padre y

mi perro

se murieron.


Enterrando a mi padre enterré el pasado.

Las palabras también

se cubrieron de tierra.


Los años que siguieron

Fueron un vacío en mi alma

más grande que todas las estrellas.

Pero no hay dolor

que el incesante tiempo no detenga.

Así como las cosas buscan sus orígenes,

así cambió el rumbo de mi vida.


Te conocí.

Tu piel desnuda. Lo único por lo que vale vivir en este mundo.

Porque siempre

resurgirán los besos

cuando estés tú, amor mío.

Aunque caiga y recaiga

en el viento que castiga,

me plantaré como un ancla

en el fondo de tu alma.

Porque nunca estaré solo

si tu corazón me ampara.

Porque cuando estoy contigo cada día

cae alegre, como una flor celeste

en la calle empedrada.

OSCURIDAD


Aquella noche

hubo lejanía en tus brazos.

Goteaban insinuaciones

de final y de escándalo.


Aún te quiero como te quería.

Aún gotea del techo

la palabra tristeza.


¿Qué fue de la palabra noche

aquella noche?


¿Qué fue de la ebriedad de aquellos años?



PARA VOLVER A VERTE



Quebrado el día,

mancha la noche

y el áspero frío.


Sumergidas en oscura espuma

de nube nocturna

las estrellas, quietas, me miran.


Algo quiere que cuente

lo que he sido,

que reparta risa y desvarío.


De noche sopla el viento

y la marea de mi alma se agiganta,

ya no puedo contener

las velas de esta barca.


Para volver a verte, arrojo otra botella al mar.


DESTINATARIO


¿El mar estará ahogado,

o son los sueños del capitán los que agonizan?


¿Por qué flota la pluma en el aire

y se hunden en la vida los barcos de papel?


Desde aquí miro la pluma

y limpio la cubierta de nostalgia.


¿Por qué escribe el capitán con una pluma voladora

que sólo los pájaros alcanzan a tocar?




BREVEDERO I


Cuando la primavera trasquila los duraznos

todo en un horizonte de lluvia se enjuga;

la mariposa

vuela de una hoguera en otra

se encienden los sonidos de la brisa

y con lana de durazno

teje su capullo el viento.



BREVEDERO II


Puro

amanecer

y nacimiento.


Infancia y dolor

himen y gorrión

en la mañana.


La noche enmudece

mi mundo y tu cuerpo

en el rocío.

SONETOS




Estos son dos sonetos del 2007 de temática muy similar:




1

Sanando mis heridas del camino,

viniendo del recuerdo y de los sueños,

un par de suertes se llevó el destino:

Unos besos quemados en los leños.


Observo estoicamente aquella ruina

que en mí el pasar del tiempo desmorona

y guarda el sentimiento una sentina

de dolor, de virtud que me abandona.


Ya no te quiero. Bajo el crepitar

de brasas se perdió todo el rencor

y al quemar besos renació el soñar.


Supe a través del fuego y el dolor

que aquello que nos hizo enamorar

nunca fue amar, sino morir de amor.


2


Con luz que la condena y la redime

de enamorado albor surge una perla;

Perlado amanecer, nacer sublime,

encierra en su fulgor el sólo verla.


Quien la descubre nada extraño nota

al sentirse al ardor de sus cerrojos,

y pronto el fuego en desazón se agota,

y pronto uno perdió hasta los rastrojos.


Sabed que si este amanecer florece

uno atardecerá al anochecer

esperando la noche en el albor:


Si él en ella perdió el enternecer

y ella en él estaciones de verdor,

culpad, por tal ceguera, al ciego amor.






VERSOS DE LA DESCONOCIDA


1

Algún día enredaremos la mirada

como lo hacen el océano y la luna.


Con los rastrojos de los versos

que escribieron manos solitarias,

vamos a hacer gigantes velas

para atrapar el viento de la poesía.


Luego enredaremos estos besos que te escribo

y haremos una red con nuestros ojos.


Mientras tanto tejo absurdos sueños

con un pequeño ovillo de melancolía.



2

Oh desconocida!


Palpo

el sueño que eres

con la desesperación abierta

y los ojos vendados.


Amor,

que palabras y besos enredamos...

Imagino tus ojos alejados

en el rostro de la serranía...


Aprieto con fuerza

mi conciencia llena de sueños

en las palmas de mis manos.


Oh desconocida!


Sufro porque estás

allí tan lejos o tan cerca,

desnuda, original, recién nacida.


Palpo

el sueño que eres

con la desesperación abierta

y los ojos vendados,

y voy desperdigando el anhelo

a medida que avanza la vida

sin dejar de imaginar

en el rostro de la serranía

tus ojos alejados...


Oh desconocida!