martes, 25 de agosto de 2009

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Sanando mis heridas del camino,
viniendo del recuerdo y de los sueños,
un par de suertes se llevó el destino:
Unos besos quemados en los leños.

Observo estoicamente aquella ruina
que en mí el pasar del tiempo desmorona
y guarda el sentimiento una sentina
de dolor, de virtud que me abandona.

Ya no te quiero. Bajo el crepitar
de brasas se perdió todo el rencor
y al quemar besos renació el soñar.

Supe a través del fuego y el dolor
que aquello que nos hizo enamorar
nunca fue amar, sino morir de amor.

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