lunes, 17 de agosto de 2009

TE DEDICO MI HISTORIA




Era la primavera en que nací.

Sobre el empedrado frente a mi casa

caían flores celestes.

Lo nuevo me poblaba.

Poco recuerdo. Poco más

que el sol goteando en la ventana.


La educación

me brindó cosas con las que aburrirme.

Nunca me enseñaron de los sueños,

y nunca me contaron del dolor.

Yo aprendía de todas las cosas

de las que no debía aprender:

Un tenedor, un día claro,

los aros de mi madre,

el llanto secreto de la gente adulta,

el paso del tiempo

en días anudados,

el silencio profundo de las madrugadas,

las palabras con olor a tabaco

que surgían de mi abuelo.


El tiempo no se dividía en días.

Las horas

pasaban desapercibidas,

las noches

eran juegos de cartas con mi hermano,

una semana más de otoño

era un regalo,

marzo

era una travesura .


Qué poca obligación.

Despertaba

y el mantel

estaba tendido como el sol sobre el jardín.

El nogal

amanecía repleto de luceros verdes.

El verano era ensordecedor.

Olía a familia como a pan recién hecho.

Mis hermanos despertaban junto a mí

y la infancia se acababa

con cada bocado.


Durante años se mantuvo la cordura.

Mi hermano mayor

fue el primero en irse.

Luego

se fueron otros habitantes de mi corazón,

y me sentí vacío

como un barco olvidado.

Aún brillaba en mí

el sol encadenado,

y no tuve más remedio

que volcarlo en las noches.

Yo ya no era yo mismo.

Era un turista que,

de a ratos,

visitaba la infancia para traer palabras.


Luego todo oscureció.

No pude explicarlo.

Ni darme cuenta pude.

El impiadoso tiempo

Me quitó a mis hermanos.

A otros mares, otros tiempos, otras estaciones.

Al Norte, a Londres, a Madrid.

Me alejé

de las flores celestes, de la primavera

que nació conmigo.

Temporalmente me mudé

a un vecindario de delirio,

donde mi padre y

mi perro

se murieron.


Enterrando a mi padre enterré el pasado.

Las palabras también

se cubrieron de tierra.


Los años que siguieron

Fueron un vacío en mi alma

más grande que todas las estrellas.

Pero no hay dolor

que el incesante tiempo no detenga.

Así como las cosas buscan sus orígenes,

así cambió el rumbo de mi vida.


Te conocí.

Tu piel desnuda. Lo único por lo que vale vivir en este mundo.

Porque siempre

resurgirán los besos

cuando estés tú, amor mío.

Aunque caiga y recaiga

en el viento que castiga,

me plantaré como un ancla

en el fondo de tu alma.

Porque nunca estaré solo

si tu corazón me ampara.

Porque cuando estoy contigo cada día

cae alegre, como una flor celeste

en la calle empedrada.

1 comentario:

  1. Estudiando aburrida comence a ver mis contactos... y, supongo que el destino, me llevo de vuelta a tu poesia. A este poema, al que no reclamo, ni le pongo mi estandarte ni mi nombre. A este poema que trae fantasmas de lo que fuimos, y que tantas veces me hizo llorar y sonreir. Una vez mas. Quizas la ultima. Te dejo mi sonrrisa, para que acompañe a tu pluma. Ojala sea aceptada y bien tratada (como mis poemas tu recuerdo).

    Guada

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