TE DEDICO MI HISTORIA
Era la primavera en que nací.
Sobre el empedrado frente a mi casa
caían flores celestes.
Lo nuevo me poblaba.
Poco recuerdo. Poco más
que el sol goteando en la ventana.
La educación
me brindó cosas con las que aburrirme.
Nunca me enseñaron de los sueños,
y nunca me contaron del dolor.
Yo aprendía de todas las cosas
de las que no debía aprender:
Un tenedor, un día claro,
los aros de mi madre,
el llanto secreto de la gente adulta,
el paso del tiempo
en días anudados,
el silencio profundo de las madrugadas,
las palabras con olor a tabaco
que surgían de mi abuelo.
El tiempo no se dividía en días.
Las horas
pasaban desapercibidas,
las noches
eran juegos de cartas con mi hermano,
una semana más de otoño
era un regalo,
marzo
era una travesura .
Qué poca obligación.
Despertaba
y el mantel
estaba tendido como el sol sobre el jardín.
El nogal
amanecía repleto de luceros verdes.
El verano era ensordecedor.
Olía a familia como a pan recién hecho.
Mis hermanos despertaban junto a mí
y la infancia se acababa
con cada bocado.
Durante años se mantuvo la cordura.
Mi hermano mayor
fue el primero en irse.
Luego
se fueron otros habitantes de mi corazón,
y me sentí vacío
como un barco olvidado.
Aún brillaba en mí
el sol encadenado,
y no tuve más remedio
que volcarlo en las noches.
Yo ya no era yo mismo.
Era un turista que,
de a ratos,
visitaba la infancia para traer palabras.
Luego todo oscureció.
No pude explicarlo.
Ni darme cuenta pude.
El impiadoso tiempo
Me quitó a mis hermanos.
A otros mares, otros tiempos, otras estaciones.
Al Norte, a Londres, a Madrid.
Me alejé
de las flores celestes, de la primavera
que nació conmigo.
Temporalmente me mudé
a un vecindario de delirio,
donde mi padre y
mi perro
se murieron.
Enterrando a mi padre enterré el pasado.
Las palabras también
se cubrieron de tierra.
Los años que siguieron
Fueron un vacío en mi alma
más grande que todas las estrellas.
Pero no hay dolor
que el incesante tiempo no detenga.
Así como las cosas buscan sus orígenes,
así cambió el rumbo de mi vida.
Te conocí.
Tu piel desnuda. Lo único por lo que vale vivir en este mundo.
Porque siempre
resurgirán los besos
cuando estés tú, amor mío.
Aunque caiga y recaiga
en el viento que castiga,
me plantaré como un ancla
en el fondo de tu alma.
Porque nunca estaré solo
si tu corazón me ampara.
Porque cuando estoy contigo cada día
cae alegre, como una flor celeste
en la calle empedrada.
Estudiando aburrida comence a ver mis contactos... y, supongo que el destino, me llevo de vuelta a tu poesia. A este poema, al que no reclamo, ni le pongo mi estandarte ni mi nombre. A este poema que trae fantasmas de lo que fuimos, y que tantas veces me hizo llorar y sonreir. Una vez mas. Quizas la ultima. Te dejo mi sonrrisa, para que acompañe a tu pluma. Ojala sea aceptada y bien tratada (como mis poemas tu recuerdo).
ResponderEliminarGuada